El vino…, para los Presupuestos Generales del Estado (Part I). Artículo de opinión en Mallorcadiario.com de Jorge Sáinz de Baranda

Por Jorge Sáinz de Baranda

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A María, in memoriam

Dentro de las preguntas y dudas que a veces me asaltan, aunque sin necesidad de decir ahora ni cuándo ni cómo, un clásico sería la razón de porqué las botellas de vino son de 75 cl, una medida que no es el estándar normal ni de volumen ni de capacidad -a veces, con estas preguntas tan profundas, hasta me sorprendo a mí mismo-.

Y buscando una respuesta, me encuentro que ese formato surge de la época colonial, cuando los bodegueros franceses vendían la mayor parte de su producción a los ciudadanos ingleses para su consumo, razón por la que adaptaron la exportación del vino a la medida de los galones imperiales británicos, que equivalen a 4,54609 litros .

Así, los Francos enviaban a la Gran Bretaña barriles que contenían exactamente 50 galones imperiales (unos 225 litros), lo que suponía un total de 50 cajas -una por galón-, adaptando entonces el formato a seis botellas de 75 cl por cada caja. Y de ahí se queda para la posteridad tanto la capacidad de las botellas como la costumbre de utilizar cajas de seis.

Otra de las teorías, que quizá encontrarán más elegante, es que el tamaño de 750 ml es la cantidad exacta de vino para servir 6 vasos (125 ml cada uno), según el estándar habitual de las osterias italianas, y que en la Francia napoleónica del siglo XVIII se consideró -los seis vasos- como «la cantidad adecuada que un hombre debe beber durante la cena».

Les puedo asegurar que no escribo este artículo después de una de esas cenas, lo que ocurre es que con ello entro más fácilmente en un terreno menos agradable: las novedades tributarias que nos llegan con el Proyecto de Ley de Presupuestos del Estado para 2021.

Son muchas e importantes las novedades que contiene la citada norma, lo que me hace pensar que el Legislador, consciente de mis limitaciones, me quiere dar temas para nuevos artículos o, directamente, busca que me dé al vino y deje de escribir. Aun así, prometo ir desgranándolas por fascículos en las próximas semanas, si bien comienzo con la que se relaciona con mi inquietud.

El artículo 69 del citado Proyecto hace referencia a los tipos reducidos del 10% en el IVA, y señala que, con vigencia indefinida -curiosa afirmación que se repite como un «mantra» en todos los artículos restantes-, los productos utilizados para la nutrición humana seguirán tributando a ese tipo reducido, pero se excluyen de lo anterior, que tributarán al 21%, tanto las bebidas alcohólicas como, y aquí viene la novedad, las bebidas que contengan edulcorantes añadidos, ya sean naturales o artificiales, con excepción, eso sí, de las leches infantiles y las bebidas consideradas como complementos alimenticios para necesidades dietéticas especiales.

Es decir, a partir de la entrada en vigor de la norma, los productores de todas las bebidas que contengan edulcorantes añadidos -azúcares, miel, aspartamo o sacarina, por decir algunos-, como es el caso de las bebidas carbonatadas u otras de uso tan continuado por nuestra población, en especial la más joven, deberán repercutir en sus facturas un 11% más de lo que se repercute ahora.

¿Y alguien ha pensado que ocurrirá con el dueño del bar o el restaurante que sirve posteriormente dichas bebidas? La respuesta es sencilla, todo producto recogido en la carta del restaurante o bar tiene que tributar en el consumidor final al 10%, independientemente de que estos establecimientos los hayan adquirido a un tipo impositivo mayor. Por lo tanto, el IVA de comidas y bebidas en restaurantes siempre será del 10%, mientras que el restaurador habrá soportado, y pagado, un 21% en su adquisición, algo que a buen seguro ayudará al sector en estos momentos tan difíciles -no tengo el emoticono del «sarcasmo», pero Uds. ya me tienen «pillado»-.

Como ven, una medida tributaria muy necesaria en estos tiempos -sigo sin emoticono-, pero no desesperen que, como decían los dibujos animados, «aun hay más…» y peores. Mi único consuelo es que la norma deja fuera del 21% las bebidas para necesidades especiales, e igual así podré acogerme a ese «meme» que circula por la red: «el vino mejora con los años…, pero este año solo mejora con vino…».

 


Artículo original publicado en el diario digital mallorcadiario.com